La fotografía o el arte de los recuerdos

 Por Ana Margarita Pérez Salceda 



Obtener imágenes duraderas debido a la acción de la luz sobre una superficie sensible o sobre un sensor, es lo que define de algún modo la fotografía. Ella en su totalidad es mucho más amplia y por ello los especialistas pueden abordar el tema con mayor profundidad. En mi caso, como sólo soy una aficionada, hablo desde mi experiencia.


Desde bien pequeña me gustaba pedirle a mi abuela materna el álbum con las fotos de la familia. Pasábamos largas horas juntas observando cada foto, lo fascinante del momento era escuchar de mi abuela la historia que guardaban las imágenes. Seguí creciendo y a la edad de 13 años viajé de vacaciones a Palma Soriano, Santiago de Cuba, donde vivían mis abuelos paternos.  


Por aquellos años a mi mamá le habían regalado una “camarita fotográfica de rollito “ como solíamos llamarle a las primeras cámaras de fotografía analógica. En esas vacaciones mi hermana, prima y yo empleamos todo tipo de peinados, maquillajes y confieso, que algunos vestidos de la abuela, para vernos mucho más elegantes en las fotos.


El mundo y la tecnología continuaron avanzando y hoy en la actualidad, contamos con la tan gustada fotografía digital. Donde la mayoría de cualquier teléfono celular posee una cámara que nos permite capturar imágenes nuestras y del entorno. 


El ser humano puede elegir entre revelar una fotografía o quedársela en sus dispositivos electrónicos digitales, ya sean laptops, celulares, iPads. 


Aprovecho este texto para compartir el por qué elegí escribir sobre el tema. Y resulta que hace 5 meses salí de Cuba junto a mi compañero de vida y esposo, ambos decidimos emprender un viaje a otra isla del Caribe llamada República Dominicana. 


En mi búsqueda de trabajo durante estos meses, encontré un anuncio en internet el cual convocaba a personas poseedoras de una cámara fotográfica profesional y que les gustara hacer fotos.


 Mi esposo trajo consigo su cámara profesional, la cual permanecía en su estuche casi igual que el día de su compra. Escribí al número de teléfono y luego de una semana recibí la llamada de un joven diciendo que fuera al Zoológico Nacional ese fin de semana con la cámara. Y allá fui, con el deseo de aprender algo nuevo y dejándome sorprender.


Desde ese día, mirar a través del lente me permite capturar pequeños instantes, con diferentes disparos cargados de luces y colores, que un día se convertirán en historias por contar. 


Agradecida con Dios por la oportunidad de descubrir el regalo de la fotografía, invito a quien lea estas líneas hacer eso que el Señor coloca en su vida, y hacerlo desde el disfrute, la entrega y plenitud.

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